Coleccionismo y Fotografía (Parte 1)

El coleccionismo es una actividad que acompaña al ser humano desde el principio de los tiempos. El hombre primitivo recogía alimentos durante las buenas épocas para poseer reservas durante las malas. En la antigüedad las diferentes civilizaciones hacían inventarios de valiosos tesoros pertenecientes a templos y teorizaban sobre el concepto de lo bello. Las clases altas comenzaron a formar grandes colecciones destinadas a enriquecer el adorno del propio hogar. Los soberanos encargaban majestuosas obras en honor a sí mismos y en honor a los dioses. Nacieron así el coleccionista y el mecenas, figuras que alcanzarán su momento de gloria en Europa durante el renacimiento.

El mercado de arte y antigüedades se fue configurando lentamente. Creció la importancia de la obra de arte, en algunos momentos vinculada a temas religiosos y progresivamente al aprecio de la forma artística. Las creaciones que antes se hacían por encargo entran al terreno de la actividad comercial. En 1766 se fundó la primera gran casa de subastas: Christie´s, dedicada a las ventas públicas de obras de arte. Las galerías y los museos se multiplicaron en Europa.

El mercado de arte tiene su propia dinámica. Los objetos antiguos se vuelven escasos, ya que los museos no venden sus obras, los coleccionistas no están dispuestos a desprenderse de sus propiedades valiosas y gran parte de las obras más selectas pasan a manos de los galeristas.

Los coleccionistas, los historiadores, los críticos, los miembros de academias, los directores de museos, los jurados de salones y los galeristas actúan sobre el mercado de arte mediante sus veredictos de consagración.

Las categorías involucradas con la percepción y la valoración de la obra de arte están vinculadas a un proceso histórico y cambian a través del tiempo. Para algunos expertos en la materia se puede afirmar que aquello que permanece es arte.

La fotografía es obra sobre papel y de factura serial. Desde la presentación del daguerrotipo ante la Academia de Ciencias de Francia en 1839, debieron pasar casi cien años para que la fotografía se convierta en un objeto coleccionable y en consecuencia, se la considere una obra de arte. Sin embargo su valor de mercado no tiene punto de comparación con el de la pintura. Esto último se debe a la propia naturaleza del medio fotográfico que impide considerarla una pieza única ya que de un original es posible obtener múltiples copias.

Los autores fotográficos a medida que se insertan en el mercado de arte, son más conscientes del valor de la copia. Comprenden asimismo el valor del seriado, especificando el número de copias de cada una de sus obras.

La fotografía es un objeto simbólico dotado de sentido y de valor. El fotógrafo es antes que nada un autor, un creador. Durante el renacimiento el artista se inclina hacia el mundo sensible que lo rodea: surge un arte de lo profano. El genio creador será inmortalizado en personalidades de la talla de Leonardo Da Vinci, Rafael y Tiziano, entre otros.

La fotografía, como cualquier expresión humana, es un lenguaje estructurado en forma y significado; no es, por lo tanto inocente. El autor sabe qué decir y a quiénes. Sentido y valor adquieren relevancia. La imagen se realiza en forma plena en la medida en que cuenta con un espectador que la interpreta. Esta recreación opera como una re-escritura.

(ver Coleccionismo y Fotografía Parte II)

Paula Guillardoy
Diciembre de 2010

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